Las devastadoras consecuencias de una catástrofe natural obligan a los países a procurarse una ayuda entre ellos, de acuerdo a normativas internacionales, disponiendo de todos sus medios y capacidades para paliar sus consecuencias y, hacerlo de una manera coordinada y con personal especializado. Es precisamente en las catástrofes naturales cuando los países muestran con mayor intensidad su solidaridad al poner a disposición de la nación afectada todo su apoyo logístico y técnico. Las Fuerzas Armadas, por su disponibilidad, capacidad de proyección y autonomía logística, son una potente herramienta de la Acción Exterior de cualquier Estado.

Con la creación de la UME, España se ha convertido en una nación pionera al especializar a sus Fuerzas Armadas y así obtener un mejor aprovechamiento de sus capacidades ante una catástrofe. Esto ha suscitado el interés en otras naciones y organismos internacionales, convirtiéndose en una referencia y un modelo útil a la hora de utilizar a los militares en la gestión de las emergencias.

Son numerosos los países que han mostrado su interés en este proyecto cuya eficacia ya se ha demostrado en misiones como los terremotos de Haití, Nepal o Ecuador, donde equipos de Búsqueda y Rescate Urbano de la UME colaboraron con otros servicios de emergencias nacionales e internacionales; o interviniendo también, a través de la Oficina de Protección Civil de la Unión Europea, en los incendios forestales de Chile y Portugal.

No en vano, la UME ha sido la primera unidad militar en obtener la certificación de Naciones Unidas para la capacidad de búsqueda y rescate urbano (USAR, en inglés). La validez de este modelo lo demuestra el hecho de que sea habitual su ejemplo en foros internacionales o con la firma de convenios como con organizaciones de diferentes países como la Conferencia de Fuerzas Armadas Centroamericanas (CFAC).