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Leyla, Elif, Muslim y los “ángeles sin alas”: historia de un rescate en Turquía

20/02/2023

Leyla, Elif,  Muslim y los “ángeles sin alas”: historia de un rescate en Turquía

Hoy se cumplen 10 días desde que la Unidad Militar de Emergencias (UME) pudo rescatar con vida a dos pequeños y su madre tras cinco días enterrados entre los escombros

Hoy se cumplen 10 días desde que  la Unidad Militar de Emergencias (UME) pudo rescatar con vida a dos pequeños y su madre tras cinco días enterrados entre los escombros de un edificio colapsado por el devastador terremoto de 7,8 grados que sufrió Turquía la noche del 5 de febrero.

Para la operación, el equipo de Búsqueda y Rescate Urbano de la UME (USAR, por sus siglas en inglés) tuvo que poner en práctica todos los conocimientos y utilizar todos los medios de los que dispone como equipo certificado por Naciones Unidas. Pero sobre todo, las 28 horas que duró la operación estuvieron llenas de momentos y decisiones que condicionaron el éxito de este rescate.

Como cada búsqueda, todo comenzó con un indicio de vida; en este caso, una llamada telefónica. Durante una de las reuniones periódicas que el capitán de la UME Juste, oficial de enlace con las autoridades turcas, mantenía en el centro de coordinación, se le notifica la recepción de una llamada al 112, sin respuesta por parte del emisor pero geolocalizada. Ante estos hechos, solicita al equipo de reconocimiento español que se dirija a la zona para poder evaluar si era una evidencia válida.

Rápidamente, el equipo de búsqueda técnica, dirigido por el sargento primero Rivero, despliega los geófonos operados por la cabo Espada y el cabo Galindo. El teniente Mora, jefe de la sección pide “silencio”; las máquinas paran sus motores, el personal en el work site permanece inmóvil y comienza el procedimiento: “Equipo de rescate. Si me escucha, grite o golpee tres veces”. Todas las miradas están pendientes de la cabo Espada, que llevaba puesto los auriculares; tras unos largos segundos de espera afirma haber tenido respuesta. Se repite la operación para ratificar con el otro operador. “Confirmado, hay una persona viva”, certifica el cabo Galindo.

De inmediato, el cabo Adalberto mira al camión parque donde el soldado Herrador tiene organizado el material de corte y perforación; era su turno para comenzar a abrir el butrón de tres metros que, atravesando cuatro placas de hormigón armado, permitiría finalmente traer a la vida a tres personas. Todo se hacía con normalidad, como tantas veces habían entrenado.

Poco a poco van abriéndose paso entre los bloques de hormigón en una operación delicada y compleja para preservar la seguridad de los supervivientes. Cae la noche y el equipo del sargento primero Navajas toma el relevo. Saben que le queda una dura labor a temperaturas muy bajas, pero en sus mentes solo cabía un pensamiento. Periódicamente los cabos Acosta, López y Piedra mantenían el contacto con la madre para confirmar que avanzaban en la dirección correcta. En el mínimo resquicio introducían la cámara telescópica para poder verles; pero no, debajo había otra placa más de hormigón. Hay que seguir abriendo el butrón, así durante toda la noche, conscientes de que en sus brazos estaba la fuerza y el corazón de todos los españoles.

Fruto de ese esfuerzo, fueron ellos los que pudieron escuchar por primera vez la voz de Leyla, tenue pero reveladora. Confirma que ya ve un hilo de luz, de los focos que iluminan la zona de trabajo, pero ¿desde dónde le llega la luz?

El cabo primero Cañamaque decide introducir tres luces químicas en tres orificios diferentes, de diferentes colores, para ver cuál veía y afinar la posición.

Ya por la mañana, la cámara telescópica ofrece las primeras imágenes de Leyla y  Muslim; el equipo se prepara para el rescate. El cabo De Lis no duda en introducirse por una pequeña galería; a oscuras, sus manos llegan hasta Leyla, sin embargo la prioridad es Muslim a quien arrastra con cuidado extremo para llevarlo hasta el butrón. Ahí lo recoge Adalberto para pasárselo a Mora quien, ya en el exterior, se lo entrega al capitán enfermero Cruzado. El resto de la sección había formado ya una cadena humana para bajar con seguridad al pequeño de dos años de la montaña de escombros.

Poco después su hermana, Elif, era igualmente rescatada consciente del hueco de vida y tan orientada como para ser ella quien escribiera su propio nombre en una pegatina de la UME nada más llegar al puesto de socorro.

Para extraer a su madre hubo que agrandar el orificio, mientras Muslim y Elif recibían los primeros auxilios y calor en la tienda de la UME; el teniente David Mora se acerca a la tienda para comprobar el estado de salud de ambos, mira cara a cara a Elif, quien le abraza y le besa en la frente; es entonces cuando David rompe a llorar. Ahora sí, ya podíamos desatar todos nuestras emociones, contenidas hasta el momento para estar centrados en el trabajo.

Rescatar a Leyla no llevó mucho más. Salió con una de las luces químicas en la mano, la que le devolvió la vida, y gritando con fuerza: “Sois ángeles sin alas”.

Antes de volver a España, el equipo de la UME pudo visitar a la familia en el Hospital Universitario de Gazaintep y comprobar que realmente son personas extraordinarias. Leyla bromeó con los nombres que oía y los mensajes de aviso con onomatopeyas como “Brum Brum”.

Antes de marchar, Leyla nos pidió que compartiéramos su más sincero agradecimiento con todos los españoles. Os llevará siempre en su corazón.

 

En homenaje a las SIER 213 del BIEM II, quienes todos y cada uno de ellos tuvieron un papel esencial y sobre todo una extraordinaria implicación para el éxito este rescate:

Teniente Mora

Brigada Carragal

Sargento 1º Navajas

Cabo 1º Infante

Cabo 1º Cañamaque

Cabo Piedra

Cabo Machado

Cabo Córdoba

Cabo Manzano

Soldado Moral

Sargento 1º Rivero

Cabo 1º Álvarez

Cabo De Lis

Cabo Ouchen

Cabo Merchan

Cabo Adalberto

Cabo Sánchez

Soldado Andrades

Cabo Acosta

Cabo López

Cabo Espadas

Cabo Galindo

Cabo 1º Palacios

Soldado Herrador

Cabo Costa

Soldado López

 

Dedicado a Mati, cuya luz nos iluminó en esta misión

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