Debido a la oleada de incendios forestales que asolaron Chile el verano 2022-2023, provocando la muerte de 26 personas, más de 1500 casas destruidas y un gran número de desplazados, un contingente formado por 50 militares de la Unidad Militar de Emergencias partió el 5 de febrero desde la Base Aérea de Torrejón de Ardoz en Madrid, para apoyar a autoridades, Ejército, Bomberos y brigadistas chilenos, así como a equipos llegados de otros países, en las tareas de control y extinción de los fuegos.
Con base en la ciudad de Concepción, el contingente de la UME, formado por un equipo médico y especialistas en capacidades técnicas de análisis y asesoramiento en materia de LCIF, compartieron con los demás equipos, conocimientos y protocolos durante todo un mes.
En los cuatro incendios en los que se intervino, el método de trabajo siguió siempre el mismo procedimiento. En los planeamientos previos diarios, se contó con un especialista en análisis para intentar realizar una predicción del comportamiento del fuego en función de factores como la topografía, el combustible, el viento, la temperatura o la humedad, entre otros; También se contó con un especialista en comunicaciones que posibilitó el poder visualizar desde el puesto de mando lo que estaba sucediendo a través de los drones por imagen satélite. Sobre el terreno, las misiones diarias de los soldados fueron la defensa de las poblaciones en peligro, la perimetración, y el ataque directo a las llamas con herramienta manual y tendido de manguera.
El incendio forestal de Las Toscas fue el primero en el que se trabajó, puesto que se encontraba en una comunidad cercana y donde conocieron por primera vez la amabilidad de sus gentes. Las mujeres de allí no dejaron que les faltara agua y comida durante el tiempo que tardaron en extinguirlo.
La cercanía de las llamas a las poblaciones en el incendio forestal de Omerhuet, hizo que este incendio se convirtiera en el de más duración de toda la misión. Durante dos semanas y respaldados por aire por una gran cantidad de medios aéreos fue una pelea constante para evitar que el fuego no entrara en el Parque Nacional de Nonguén llegando, incluso, a realizar tendidos de manguera de 400m.
Durante dos días también se luchó contra el fuego en el incendio forestal de Los Cortijos. Detalles como la superficie terriblemente escarpada y los muchos focos que ardían, hicieron que un grandísimo número de helicópteros trabajaran sin descanso desde el aire ayudando a los contingentes que trabajaban sobre el terreno.
Pero fue el último de los incendios, el de Santa Ana el que mantuvo al jefe de la Agrupación sin dormir durante más tiempo, y el que más interés social suscitó. Cercano a una central térmica que daba corriente eléctrica a más de un millón de personas, se defendió durante una semana desde San José del Palco, salvando las casas sólo ayudados por mangueras y mochilas, acertando plenamente en el comportamiento del fuego.
Finalmente, el 6 de marzo el contingente se despidió de Chile para volver a España, con el cariño de sus gentes en el corazón y la alegría que da el trabajo bien hecho.
NOTICIAS
VÍDEOS
FOTOGRAFIAS